Trasladando esta relación a la Villa de Bilbao, aquí se ha fraguado una atracción por muchas características de este país asiático.
Tal vez ahora sus turistas lleguen a nosotros de manera más fluida, pero su tecnología está aquí hace ya mucho tiempo y no solo en los coches y motos, los aficionados a la imagen siempre hemos tenido dos referentes: Nikon y Sony. Por otro lado reclaman atención, tanto el especial cine Japonés, ramas literarias como el Hayku, de la que he participado, el teatro Kabuki, los sorprendentes y en muchos casos sencillos grabados, los jardines Zen, el Feng-Shui, las artes marciales... le encuentro incluso un cierto toque japonés, y no exagero, a algunos bocetos de Txillida.
La admiración y respeto que allí sienten por el monte Fuji, es similar a la que aquí sentimos por el Gorbea.
También unidos en la tragedia por dos de los más oscuros capítulos de la historia: Hiroshima y Gernika.
Ambos enclaves tienen en común tanto el atractivo por lo tradicional, como por lo innovador, y la calidad de sus trabajos.
En cualquier caso es importante, el acercamiento y la negociación de los intereses comunes, dentro de una cordialidad indispensable para llegar a cualquier fin.
Ojalá que este encuentro nos acerque también una mejora, en nuestro camino ya iniciado, hacia el avance en el índice de desarrollo humano, el medioambiente y el civismo. Oriente y Occidente, giran uno sobre el otro, como corresponde a la armonía universal.
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